Caminando me encuentro

en un espacio que bien conozco,

la soledad como única compañía.

Cargo un sentimiento de desasosiego,

que bien puede ser ira,

que bien puede ser tristeza.

El color del cielo

no me deja distinguir

si es ya de día

o aún es de noche.

Una ópera se confunde

con el canto de un gallo en el norte.

Miro a un pavo real y a un gato,

pero ellos no me devuelven la mirada.

Me saludan personas a las que bien reparo,

pero ellas no me ven a mí.

Una mesa amarilla

seduce mi vista,

un verde campo la calma.

La camisa roja de un hombre desconocido

atrae mi pensamiento,

el azul de una mesa

me da más frío que el viento,

viento que acaricia mis sensaciones,

pero más lo hace

el estribillo de mi música.

Solo me siento,

y parezco solo,

pero sé que no lo estoy.