Por: Daniel Briceño
"El consumo responsable no es una simple opción, es un deber y un compromiso diario si queremos asegurar las condiciones para la existencia de las próximas generaciones, porque sí pueden convivir el desarrollo sostenible y la sociedad capitalista con la participación de todos."
Vivimos en una sociedad de consumo que se ha disparado a causa del internet y las redes sociales, donde la mayor preocupación de la gente es comprar bienes y servicios; y, como consecuencia de ello, el medio ambiente está condenado a pagar las consecuencias manifestadas a través de la alteración de su equilibrio.
Como la humanidad no toma conciencia de que no hay plan B, porque no hay un planeta Tierra B, pretendemos visibilizar las causas del consumismo, sus efectos en el medio ambiente y cómo podemos hacer frente a esta problemática.
En 1987, fue presentado por una comisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) “El informe Brundtland”, que habló por primera vez sobre el “desarrollo sostenible” como lo conocemos hoy, y lo definió como “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Consumir irracionalmente bienes y servicios implica la sobreexplotación del suelo, el agua, el aire y otros recursos naturales, generando así su deterioro y en muchos casos su agotamiento.
En tiempos de la hiperconexión digital, el consumismo es generado por la cultura y la presión social; por el capitalismo, que impulsa las compras valiéndose de estrategias publicitarias por medios diversos; por la Globalización, que ha disuelto y expandido los límites territoriales de los modos de producción, distribución e industrialización; por la baja calidad de muchos productos y/o su obsolescencia programada; por la tendencia a usar por períodos cortos y desechar; por la falta de cultura del reciclaje y de la reutilización; y por las enfermedades que afectan la salud mental y que llevan a las personas a llenar sus vacíos y carencias comprando compulsivamente.
La cada vez mayor extracción de recursos naturales, que permiten la obtención de materias primas y energía para la producción de los bienes y servicios que consumimos, ocasiona pérdida de la cantidad y calidad de agua, la contaminación del suelo, la deforestación, la contaminación del aire por la emisión global de gases de efecto invernadero, la pérdida de la biodiversidad, el agotamiento de los recursos no renovables y el deterioro de los renovables.
Es posible desarrollar hábitos de consumo racionales dentro de una sociedad capitalista que nos induce cada vez más a adquirir bienes y servicios, siempre y cuando tengamos la determinación de consumir menos y mejor, para asegurarle un futuro a las generaciones venideras, heredándoles un planeta habitable y verde.