Por: Juan Solano
El ser humano, a lo largo de la historia, se ha destacado en el aspecto evolutivo. Siempre que nos paramos a pensar en todo lo que ha logrado el hombre como raza, realmente podemos admirar lo lejos que hemos llegado. Ha habido avances en aspectos científicos, sociales, tecnológicos, etc; y siempre esto es gracias a un cambio. Una idea que, a pesar de ser innovadora y extraña, promueve el buen desarrollo de nuestra sociedad. No hay evolución sin cambio.
En la actualidad, nos dejamos influenciar mucho por lo que la mente nos dicta, por lo que nos hace sentirnos cómodos y a gusto con nuestro entorno; pero esto no es siempre lo mejor. Si nosotros como colectivo nos acomodamos, no va a haber esa iniciativa para mejorar. Es por esto que hay que recobrar ese deseo por un cambio: esa motivación constante que nos mueve y ayuda a mejorar, no solo a nosotros, sino a la sociedad entera. Debemos mantenernos siempre atentos a cualquier oportunidad para mejorar. Esta mejora no tiene que ser grande. Los cambios verdaderamente significativos no tienen por qué serlo. Para un cambio se busca un progreso: un poquito de algo que a lo largo del tiempo vaya escalando y generando un mayor impacto.
Pero, ¿para qué encontrar ese cambio? ¿Para qué buscar una evolución dentro de tu vida, si igual nuestra esperanza de esta no es lo suficientemente larga para disfrutar de ese cambio? Si nos ponemos filosóficos por un momento e identificamos el sentido o significado de la vida, esta se trata de un río de experiencias vividas en el cual cada gota es una memoria, un sentimiento, una acción que tomamos. Tú, como toda persona en su buen juicio, quisieras tener las mejores experiencias en esta corta vida. Solo en el último siglo, esta experiencia se ha visto impactada brutalmente por los avances tecnológicos y científicos hechos por la humanidad. Pero estos avances no hubieran podido ser logrados sin una necesidad para mejorar la circunstancia actual. Los científicos e intelectuales de hace 100 años sacrificaron su tiempo y dedicaron una gran parte de su vida para que la humanidad futura pudiera disfrutar de sus descubrimientos. Gracias a ellos, podemos ahora vivir con una mayor comodidad. Con esta mentalidad es que tenemos que actuar, ya que tenemos que siempre buscar una forma de no solo mejorar nuestras experiencias, sino también las de los demás.
Pues esta vida de experiencias vividas no es más que un camino: un trayecto que recorre cada persona que ha tenido la oportunidad de vivir y se ha preguntado las mismas preguntas que nos hemos hecho todos. ¿Para qué vivir, si igual vamos a morir? Yo, personalmente, lo veo como una oportunidad. Lo lindo de la vida, y la razón por la cual todos deberíamos estar agradecidos con esta, es que no es infinita; en algún momento acabará. Es absurdo saber que, en cualquier momento, la vida te puede ser arrebatada de las manos sin siquiera darte cuenta. Por eso, hay que vivir como si no hubiera un mañana: hacer esas cosas absurdas que siempre has soñado con hacer, arriesgarte a ser quien realmente quieres ser.
Para terminar, quiero que este texto te sirva a ti como lector para que siempre, sin importar qué, intentes ser y dar lo mejor de ti. Tenemos que dejar de lado nuestro egoísmo y darnos cuenta que la vida se basa en ir avanzando y creciendo junto con los demás. La vida no es lo suficientemente larga para hacer todo lo que uno quisiera hacer, así que disfrútala y haz que cada día cuente.